sábado, 6 de marzo de 2010

"Música"

Autor: Luki
Clasificación: +13
Género: Romance.
“Música”
Capitulo único.


La música es mucho más compleja de lo que aparenta ser. A simples ojos es solo un conjunto de notas entremezcladas, que provocan sonidos melodiosos, o bien irritables para el oído humano.

Lo que muchas personas no saben, es que la música puede mostrar algo más que eso, algo mucho más complicado que eso. La música llega a resultar adictiva, hipnotizarte, jugar con tu imaginación, aventurarte en cada una de sus notas por las que está compuesta una melodía. Llega incluso a enamorarte.

Sí, sí, enamorarte, siempre y cuando sepas cómo hacerlo, o cómo reaccionar ante esto.

Y ese era el caso de Ryan Ross. Un joven que rara vez se explayaba con sus sentimientos. Verdaderamente, no era muy abierto a expresar el gran cariño que guardaba en su corazón, o al menos expresándolo físicamente.

Porque él sabía perfectamente que comprendía a su guitarra, y su guitarra a él.

Esa era la cuestión. Estaba compenetrado a la música, como si una parte de su alma fuera. La manejaba con total confianza y precisión, creaba sonidos armónicos, y a través de ésta, expresaba todo lo que sentía.

Y sí, más de una vez lo había hecho. Más de una vez se había puesto frente a esa persona, a tocar su guitarra. Podía observar como le gustaba esa melodía, cómo se dejaba llevar por las notas, pero nunca llegó a comprender qué querían decir realmente.

No era exagerado decir que más de cincuenta veces le había expresado todo lo que sentía por él, lo mucho que lo quería, y que lo necesitaba a su lado.

Pero claro, no todas las personas pueden entender el segundo significado que la música ejerce. Y, sinceramente, si Brendon Urie no se daba cuenta de las raras ocasiones en las que Ryan le lanzaba alguna indirecta, era algo casi imposible que se diese cuenta del lenguaje musical.

Eso a Ryan Ross le jodía, le jodía mucho. No había que dudar que adoraba su forma de ser, no sería Brendon si no tuviera ese carácter, pero también resultaba molesto que por más que le declarase su amor, no se diera cuenta.

Y claro, tampoco era plan ir hasta él y gritarle "hola, Brendon, ¿sabes que cada vez que te veo me dan unas enormes ganas de ponerte a cien?", y siendo menos exagerados, decirle un maldito "te quiero". No iba complementando su "rollo", Ryan no era esa clase de persona que gastaba el tiempo diciendo frases melosas cuando perfectamente lo podía demostrar con actos mucho más puros y sinceros.

Y ahora él se encontraba allí, en su habitación, volviendo a tocar su guitarra, sentado sobre el mullido colchón de su cama. También era una buena forma de desahogarse. Cerraba los ojos, mientras que la música expresaba todo lo que a él le apetecía gritar. Sí, también era muy discreto.

Y unos pequeños golpes le interrumpieron, originándose en la puerta. "¡Pase!", pidió. Era Brendon, que se asomaba tímidamente por el marco.

¿Interrumpo?

— No, que va — sonrió despreocupado

— Me gustaría que tocases de nuevo la canción de ayer — se sentó a su lado.

Ryan lo miró, asintiendo, y se dispuso a tocarla con su guitarra. La canción de ayer, la que tocó, la que Brendon escuchaba como si fuera una canción más compuesta por Ryan, pero Ryan la miraba como una declaración más. Porque cada nota que tocaba, era una frase.

Te quiero y te necesito a mi lado, eres lo más importante que me ha pasado en mi vida, eres el aire que necesito respirar, eres la luz, la llama que provoca los constantes latidos de mi corazón

La misma estrofa, repitiéndose una y otra vez. No cantada, sino tocada, bordada con las notas.

Notó como Brendon le sonreía, él mostró un leve sonrojo en sus mejillas. Le gustaba la canción, a pesar de carecer de una letra, pero sabía que a Brendon le bastaba con oír la pura melodía.

Ojalá Brendon comprendiera un mínimo de la canción, el gran sentimiento que aguardaban cada una de los perfectos y bordados compases.

Pero algo no le dejó terminar. Su guitarra se encontraba en el suelo, y él tumbado sobre la cama, con el peso de un cuerpo encima suyo. Estaba contraído, observando atónito a un Brendon, a un Brendon al que jamás había tenido tan cercano. Su rostro estaba a unos dos o tres centímetros escasos del suyo.

—Me encanta tu canción... —empezó a frotar ligeramente su nariz contra la de Ryan- no me cansaría de oírla una y otra vez

Ryan le miró confuso, y a la vez anonadado.

— ¿Sabes qué? Nadie en mis veintiún años ha expresado eso por mí con palabras, y tú sin embargo lo has logrado de la mejor manera posible

Se había equivocado, había metido la pata hasta lo más profundo. Todas las canciones que le había dedicado las había entendido perfectamente.

—¿Y sabes qué, Ross? —le acarició con su dedo índice suavemente la nariz-, no puede imaginar la de veces que me he contenido oyendo tus canciones para hacer esto

Ryan soltó unas carcajadas. Apegó mas a Brendon, con ayuda de su mano.

—Imbécil —Ryan empezó a masajearle suavemente la espalda, mirándolo juguetonamente-, podrías haberte

—¿Y qué me hubiera perdido? —lo miró con unos ojos llenos de picardía

—Cosas como esta... —Ryan empezó a besarle el cuello- o esta... —le lamió la mejilla sensualmente- o esta

Pasó la lengua varias veces por la comisura de sus carnosos labios, para continuar en su labio inferior, luego posterior, y finalmente, introduciéndola entre los labios del joven, besándole. Un beso extraño, pero no carecía de sentimiento. Era lento, suave, sin posesión, sin hambre.

Se separaron, mirándose fijamente.

—Mmm —Brendon se humedeció los labios—, al menos la espera mereció la pena

—Y lo bueno es que —Ryan volvió a acercar sus labios a los del joven, rozándolos- tenemos todo el tiempo del mundo para repetirlo a nuestro antojo.

Volvió a besarle, está vez mucho más profundamente. Los mordiscos en los labios se atenuaban, y éstos se acompasaban apasionadamente. Sus lenguas entablaban una batalla, recorriendo cuidadosamente cada espacio de sus bocas, provocando gemidos que resonaban en todos los rincones de ese espacio. Brendon ya podía notar que unas pequeñas gotas de sudor se resbalaban por su frente, y cómo su temperatura corporal había ascendido violentamente.

Se sentían bien, se sentían jodidamente bien. Y, después de todo, el amor se puede manifestar de muchas maneras, una de ellas, es a través de la música.

Porque la música es mucho más compleja de lo que aparenta ser, y lejos de todo eso, incluso la persona más introvertida, o que más le cuesta expresar sus sentimientos, siempre podrá encontrar un apoyo en ésta. En la música.