Clasificación: General
Género: Drama, Tragedia, Sobre Natural, AU.
Oh Glory!
Capitulo unico.
Capitulo unico.
Vida: conjunto de los fenómenos que ocurren al desarrollo y la conservación de los seres orgánicos; ó, espacio de tiempo que transcurre desde el nacimiento hasta la muerte. Según el primer significado a este enigmático concepto, estoy vivo, pues permanezco con mi cuerpo orgánico, alguna vez me desarrollé y ahora sigo conservándome. Pero de acuerdo con el segundo significado, dejé de estar vivo hace mucho tiempo, pues nunca morí y jamás lo haré. Al menos físicamente. Otros dicen simplemente que la vida es lo que te pasa mientras estás ocupado en otros planes.
Para una persona como yo, vida ni siquiera importa ya; existencia es ahora lo que nosotros tenemos, puesto que una vida no alcanza a englobar por todo lo que hemos pasado, hecho y lo que hemos visto. Además, una existencia nunca termina, como lo hace una frágil vida, la existencia perdura, con centenares de cambios, pero perdura.
Amor: sentimiento del ánimo hacia lo que place; interés. Para los heridos y solteros, el amor es algo malo o algo con lo que se está simplemente mejor sin él; algo dañino, enfermizo, cegador, con demasiada pasión que no puede ser moderado y se sale del control de uno mismo.
Algo que eh aprendido –y los demás de mi tipo mayores que yo también- es que, lo que rige a la sociedad, a todas las sociedades, es el amor. El amor lo manipula todo, y es el preámbulo de todos los sentimientos. Muchos de los míos han procurado alejarse lo más posible de este sentimiento, de esta fuerza, tratando de evadir todos los problemas que este conlleva para llevar una existencia amena; algunos cuantos lo han increíblemente logrado. Otros cuantos optaron por vivir con sus beneficios y sufriendo sus penas, como dicen, se merece, viviendo como mártires, héroes, amados y a la vez terriblemente heridos, pero continuando con sus existencias como mejor les es posible. Yo vengo formando parte de este último grupo, involuntariamente.
Mi nombre es George Ryan Ross III –siempre presentado como Ryan Ross- y soy un jodido vampiro. Eh de admitir que cuando tenía realmente los años que aparento, sentía una enorme fascinación por ellos. Estudiaba todo lo que podía, buscaba testimonios o conocimientos por todos lados donde a mi temprana edad se permitía –y por supuesto, en los que no también-. Ahora bien, en esa época no se le permitía a jóvenes de mi tipo andar averiguando sobre esos temas. Yo sólo tenía diecinueve, y vivía a mediados del siglo XVIII.
A pesar de las advertencias y amenazas sobre lo peligroso del asunto, nunca me importó lo que pudiera pasar, yo era temerario, quería saber cosas que nadie más sabía, vivirlas, sobresalir... hasta el día en que me convertí en uno. El vampiro que me convirtió, Cain, tuvo un interés en mí, o mejor dicho, sintió amor. Igualmente, yo sentía un gran interés hacia él, así que lo seguía a todas partes, hasta que tuvimos un gran desacuerdo y nos separamos. El tiempo que duramos fue realmente corto, considerando sus años de existencia y los que actualmente tengo yo. Estuvimos acompañándonos poco más de un año viajando, y él me ayudaba bastante en lo que a alimentarse se refiere. Una vez por mi cuenta, regresé a mi ciudad natal, pero completamente hambriento y para mi mala suerte, la víctima que primero se me topó fue Keltie Collen, una hermosa joven de la que estaba perdidamente enamorado.
Ese suceso me hizo madurar muy rápido, y no madurar en el sentido de una persona común, sino en el sentido del tipo de persona que me había convertido ahora. Duré mucho tiempo dolido y ermitaño, casi medio siglo, a decir verdad.
Luego de una década de andar de zombie, opté por divertirme y adoptar la forma de vida de aquellos que evitaban el amor a toda costa –pues aunque logré superar su muerte, maduro como estaba jamás me volvería a permitir hacer algo así-. Permanecí poco más de ciento cincuenta años con esa actitud, hasta que me harté y me desmentí: ese no era yo.
En la mitad del siglo XX, con una sociedad mundial completamente distinta a la que yo me crié vivo, era un vagabundo que buscaba más y más conocimientos, cosas nuevas y anteriores a mi; haciendo amistades pasajeras pero jamás involucrándome demasiado. Fue casi la mejor época de mi existencia. Pero entonces, el nuevo milenio y el siglo XXI me trajeron a Brendon Urie.
A él le conocí por medio de uno de mis mejores amigos de siempre, Spencer Smith. Él fue el único hasta el momento –humano- que sabía que era un vampiro. Tuvo que saberlo pues lo conocí cuando el sólo tenía cerca de nueve años de edad. Nos veíamos mensualmente y siempre confié que no lo contaría a nadie. Cuando tuvo edad y conocimientos para comprender se lo dije todo, preparado para largarme en ese momento si no le agradaba. Su reacción fue abrazarme, y me dijo “te compadezco tanto; pero a la vez agradezco, por ambos, que hayas decidido quedarte conmigo”.
Cuando cumplió dieciocho –más o menos lo que yo aparentaba- manifestó su fastidio con que él fuera mi único amigo humano, y me presentó con Brendon.
—Ryan, él es Brendon. Bren, éste es Ryan.
—Un pla...
—Eh oído mucho de ti, viejo.
Me sonrió radiante como Spencer solía hacer, pero claro con su toque distintivo. Por alguna extraña razón yo me remonté a mi época de adolescente, con mis costumbres y modales comunes. Iba a saludarle y hablarle como si de Collen se tratase, pero él sin percatarse de ello, me saludó como es común entre amigos y comenzó a divagar. En todo ese día no pude comportarme normal, decidí dejarlos mejor antes de que pasara cualquier cosa, además comenzaba a sentirme hambriento.
Con el tiempo y aún con lo extraño dice Spence le parecí a Brendon, seguimos saliendo y regresé a la normalidad. Los tres nos hicimos muy unidos hasta el punto en que salíamos los dos sin Spencer.
De inmediato y mala mente me di cuenta de lo que me pasaba realmente con él, del porqué de mi primera reacción al conocerlo. Brendon Urie me gustaba, me encantaba y estaba perdidamente enamorado de él.
Con su llegada a mi “vida” y el hecho de sentir más amor por el que nada más en mi existencia llegaron muchos problemas. Para empezar, él no fue como Spencer: paciente y prudente. Él comenzó a dudar desde los tres meses de conocerlo y solo con ayuda del ojiazul lograba librarme del asunto. Brendon y yo teníamos discusiones muy fuertes debido a esto y siempre terminaba apartándome por una semana o dos, con temor de hacerle algo o revelarle lo que era.
Pero no siempre lograba librarme, pasaba unos ratos de enorme frustración de no poder contarle todo: mi existencia como vampiro, lo que fue mi vida y más importante sobre todo, que estaba enamorado de él. Me creía tan maduro que jamás pensé que fuera a perder el control de mí mismo como lo hice con él...
—Ry, te ves mas pálido que de costumbre, ¿estás bien? —Preguntó un día que salimos a comer.
—Un poco cansado, es todo —Le dije y sonreí del otro lado de la mesa, donde el único comiendo era él.
—Oye, me jode mucho que sólo me veas comer siempre —Soltó con fastidio sin dejar de mirarme.
—Ya sabes, es por mi condición que llevo una dieta estricta, y no puedo comer cualquier cosa, Brendon. —Chasqueó la lengua y yo rodé los ojos— ¿Qué?
—Pues que no te creo. Te veo todas las semanas desde hace casi dos años, Ross, y jamás te eh visto probar bocado, en ninguna parte. ¿Acaso eres anoréxico o alguna de esas mierdas? ¡No es sano! —Exclamó bastante más alterado.
—Por eso mismo deberías saber que no, por todo lo que me conoces. ¿De verdad parezco tan idiota como ese tipo de personas, Brendon?
— ¡Me parece anti natural no verte comer jamás! Te juro que eso me ah tenido agobiado, y tu fingiendo todo el tiempo. Es estúpido y me parece vil. Y no sólo no comes, no has tenido novias o novios, lo que sea; al parecer no te ves con nadie más que no seamos Spence y yo, lo cual siendo como eres, me parece muy extraño; ¡no cambias!
— ¡Brendon basta! —Grité poniéndome en pie. El calló pero sólo para tomar un respiro y seguir acosándome. Sin ver la cuenta dejé dinero para pagar su comida y salí de allí caminando a prisa. En pocos segundos me alcanzó por detrás.
— ¿No vas a contestarme, como siempre, Ryan? —Gritó desde atrás. Simplemente lo ignoré y apreté el paso— ¡No me ignores, hijo de puta!
—Déjame.
—No —Contestó burlón— ¿De dónde sacas ese dinero, eh? Jamás me contestas cuando pregunto si estudias, trabajas o algo, y no sé de padres, abuelos o tíos que te mantengan.
Luego de unas dos cuadras doblé a la derecha para tratar de perderlo, pero iba tan furioso que no me di cuenta y me topé con un callejón cerrado, obscuro, olvidado hasta por los animales. Entonces me acorraló, pues no iba a salir de allí usando habilidades sobre humanas, y no me sentía capaz de siquiera tocarlo para hacerlo a un lado.
— ¿Por qué nunca contestas, Ryan? ¿Cuál es ese gran misterio de tu vida del cual no puedo saber?
— ¿Por qué no eres como Spencer, que prefiere hablar o simplemente escuchar, sin hacer preguntas ni indagar? —Le cuestioné agotado, frustrado y nervioso. Además de toda esta situación, tenía un hambre perrísima.
— ¡PORQUE NO SOY ÉL, CON UN CARAJO!
Luego de ese grito lleno de tantos sentimientos, se derrumbó sobre sus rodillas, cabizbajo, agotado. A estas alturas supe que no habría vuelta atrás: debía decirle la verdad o irme de allí y dejar de molestarle. Lo más sensato y lo que planeé hacer era dejarlo, incluso aunque eso fuera un golpe duro para los tres –pues nunca dejé de contar a Spencer-.
Comencé a caminar para irme sin verlo jamás, pero abrió la boca y susurró.
—Ryan, yo te amo.
Su voz quebrada de esa forma, sus nuevas lágrimas y el temblor, pero sobre todo la revelación me golpeó como nunca lo habían hecho. Mi sentir volvió a ser el de un humano, sucumbí ante el amor tan profundo que sentía por él y rompí mi propia manda.
Me hinqué frente a él y tomé su hermoso rostro entre mis pálidas y heladas manos. Él me miró, derrotado y dolido, y entonces lo besé.
Sin tiempo, ganas o absolutamente nada para sorprenderme simplemente lo besé como no lo había hecho en siglos, descargando todo mi sentimiento hacia Brendon, intentando saciarme de él, de su esencia, de sus besos, de su amor.
El correspondió de igual manera, aferrándonos el uno al otro como si una catástrofe fuera a llegar en ese momento a separarnos. Lo pegué a mi tanto nuestros cuerpos permitieron mientras él se ocupaba en quitarme la camisa y él su playera. No podía parar de besarlo, aún cuando Brendon necesitara de un aliento para sobrevivir, pero en cuanto noté su corazón tan arrítmico me separé, dejándole jalar oxígeno. Él estaba sentado sobre mis piernas cruzadas, rodeándome mi cadera con las suyas. Besó mi cuello y pecho mientras yo simplemente acariciaba su espina y disfrutaba del tacto, del momento.
Luego de un rato así, bajó de mí y comenzó a desabrochar mi pantalón con maestría. Me sonrió pícaro, pero antes de que empezara a quitármelos mi conciencia regresó a mí, junto con mi personalidad de vampiro, así que lo detuve.
— ¿Qué ocurre? —Preguntó contrariado; seguro temía haber hecho algo mal.
Luego de unos instantes de decidir qué haría, volví a hablar.
—Creo que, antes que nada Brendon, mereces saber quién soy.
—Pero si tu eres George Ryan Ross III y eres perfecto, ¿qué más necesito saber? —Dijo acurrucándose en mi pecho, pero sin dejar de mirarme. Irónicamente contradiciendo lo hace pocos minutos me exigía.
—Exactamente debes saber quién fue esa persona y quien soy ahora. —Brendon entonces se percató que no jugaba, y escuchó atentamente.
Todo lo aclaré esa tarde y noche. Terminé con mi hambre antes de platicar sobre todo esto con él.
Fue más duro de lo que creí, completamente distinto que con Spencer. Brendon ya era un adulto cuando se enteró, no un niño-adolescente, él sabía con lo que se estaba metiendo. Sin embargo, siempre siguió firme que seguiría conmigo sin importarle nada más, “aun cuando debas comerme, no me importa” dijo él.
Después de todo lo sucedido y tomando las precauciones necesarias, Brendon y yo “iniciamos” nuestra relación. Todo era tan surrealista. Por fin podía estar junto a ese moreno que encantaba, que me hacía reír, enternecer; que realmente me hacía sentir toda la buena gama de sentimientos del amor, aquella espontaneidad suya, esa capacidad de entender y adaptarse a mí y a todo lo demás; ese jodido hombre tan apuesto y sensual, con su encantador trasero y torso, con sus deseables labios e hipnotizantes ojos; sus sonrisas y risas tan estruendosas, naturales, contagiosas... él lo era todo para mí. Sin él yo no sería ya nadie.
Las cosas iban de maravilla, hasta que un día recibí una visita completamente inesperada, que arruinó mi existencia y me despertó para siempre.
— ¡No tenía idea de que Ryan fuera virgen! ¿Qué hiciste tantos siglos de vida, hombre? —Exclamó sorprendido Spencer.
—Pero para haber sido su primera vez, fue tan jodidamente bueno... —Me defendió Bren, claramente recordando aquella noche.
Estábamos en mi casa –en la cual pasaba mucho más tiempo ahora, para poder estar con Brendon- pasando la tarde con cualquier cosa que se nos ocurriera, una tarde.
—No tengo porqué enterarme de eso, y por favor Urie, no más detalles.
-...pero no tienes idea de cómo es ahora... —Siguió parloteando, pero yo me perdí, sentía algo extraño.
— ¡Brendon!
—Brendon...
Salí entonces disparado de la sala hacia el jardín completamente alerta; alguien había pronunciado el nombre de Brendon y no había sido solo Spence.
—Bonito chico, Ryro.
Una vez más me faltó para confirmar mis dudas: Cain era el dueño de aquella silueta bajo el único árbol. Fui junto a él para saber qué ocurría, pero solo obtuve unas cuantas palabras en las cuales reflexionar y que me hicieron tomar una decisión. Para cuando Brendon y Spencer me encontraron, yo ya estaba sólo otra vez, derrumbado sobre mis rodillas.
— ¿Qué ocurre?
—Ry, ¿estás bien?
—Spence... es hora —Dije simplemente— por favor
— ¿Por qué? —Preguntó alterado el ojiazul.
— ¿De qué hablan?
—Voy a dejarlos.
Todos nos callamos al instante, pero para mí tremendo susto, Brendon comenzó a respirar muy agitadamente, luego su corazón se aceleró. Giré para mirarlos y ahí estaban ambos, con la mirada fija en mí. Caminé hasta llegar con él, darle un último beso pero simplemente movió la cabeza.
Con una sonrisa melancólica comprendí que el entendió mejor que nada que esto sería lo mejor. Así pues abracé a Spencer para despedirme, ambos con lágrimas silenciosas.
—Hazme tuyo.
Un escalofrío y un temblor recorrió todo mi cuerpo bruscamente, una sorpresa, un miedo pues entendí de inmediato a lo que se refería. Spencer aguantó la respiración y me dirigí nuevamente a mi moreno.
—Pero si tu ya eres mío, Brendon, así como yo soy completa y solamente tuyo. —Le dije tranquilamente, acariciando su mejilla— Y como mío que eres decido qué hacer y qué no hacer contigo.
—Pero también eres mío, ¿o no? —Estaba desesperado, claramente fuera de sí. Me dio tanta pena verlo así... —Hazme tuyo, ¡hazme un vampiro!
—No, Brendon, no, no te haría eso.
—Y que harás entonces, ¿dejarme ser miserable e ir muriendo cada día ahora sin ti? Antes al menos estábamos juntos, pero ahora quieres irte...
—Por favor, escúchame, tengo mis-
—¡Me importan una mierda tus razones! —Gritó, fúrico— ¿Qué se supone que haga sin ti, Ryan?
— ¡Vivir como humano! —Contesté también a gritos, desesperado, temiendo que de algún modo me convenciera.
— ¿Qué hay de Keltie? ¿Con ella si hubieras vivido una eternidad?
— ¡Jamás dije...!
—¡No, no lo dijiste! ¡Pero no me puedes negar que alguna vez no lo pensaste! ¡Que si hubieras tenido oportunidad, no le hubieras hecho eso y vivirías con ella siempre, a ella que tanto amabas! —Comenzaba a llorar, y yo me desesperaba más y más.
—¡Era diferente, maldita sea, Brendon! —Lo estampé con la pared más cercana y lo acorralé, quedando a pocos centímetros de distancia— Tú no entiendes, Brendon, no entiendes nada de lo que ser así implica
—Pues hazme entender, ¡habla!
Y entonces lo besé, tal como aquella vez que lo hice por primera vez. Ambos llorábamos pero nos besamos con frenesí y pasión, sin importar nada más.
Luego de eso, de aquel drama de pocos pero largos años, mi existencia volvió a ser miserable. Vacía y podrida, con el único propósito de recordar todos y cada uno de los minutos maravillosos y perfectos que pasé con él. Jamás dejé de amarlo, y jamás lo haré. Pase lo que pase, conozca a quien conozca, siempre lo tendré presente conmigo, cuando era mío...
Bajé del automóvil y le ordené al chofer que se fuera. Caminé unos pasos hasta posarme delante de él, nuevamente. Así estuve, durante un largo rato, recordando...
—Ryan...
Volteé y me topé con mi viejo y mejor amigo, ahora de veintiséis. Los años lo trataban bien, aun cuando cargaba una pena muy similar a la mía. Me quité los lentes de sol y dejé al descubierto mis ojos llorosos y maltratados. Él no cambiaba demasiado, solo maduraba, pero nada malo le ocurría, lo cual le daba algo más de sentido a mi pobre existencia.
—Fiel, ¿eh? A puesto a que siempre vendrás, como yo, ¿no es así?
—Spence, ya no puedo... —Me derrumbé a sus pies, justo como el año anterior, y rompí a llorar— Quiero morirme... ya no soporto vivir más así, no lo soporto...
—Sabes bien que no fue tu culpa, Ry, razónalo, ¿de qué te sirve tanta madurez entonces?
— ¿Entonces porqué sigo soñando esto? No es nada más que... culpa... —Comencé a sollozar más violentamente, a sentir como se cerraban las vías respiratorias de tanto llanto, como todas las pocas fuerzas y energía que tenían se iban de mi cuerpo. Spencer estaba hincado frente a mí, sin soltar nuestro abrazo. — Aún lo amo, Spence, lo amo y no puedo... no puedo perdonarme...
—Hey, ¿de verdad quieres estar así sobre él? Nunca dejaste que Brendon te viera decaído...
Pero Spencer sabía que él ya no podía verme. Nuevamente, junto a su lápida, como si el tiempo se hubiera detenido perdía la conciencia, tan débil como aquel día, más muerto que vivo recordaba el día en que mi vida terminó.
—Está bien, Ry, después de todo quizá no fui lo suficientemente bueno.
—No digas eso, sabes muy bien que...
—Creo que ella tenía la ventaja del primer amor, ¿no es así? —Dijo muy tranquilo.
—No, Bren, no...
—No importa... Ryan, te amo, siempre te amé, desde que te vi y, ten por seguro que siempre lo haré... —Mis sollozos eran un llanto imparable, no podía creer lo que pasaba, no quería.
—Bren, no me hagas esto, por favor, no podría vivir sin ti...
— ¿Pero... que dices? Fuiste tú quien... decidió irse, era lo mejor, ¿verdad?
—Ya no hables —Me incliné sobre su cama y acariciaba su mejilla con angustia, pero no impotencia— Serás mío. Ahora mismo, y podremos estar juntos... —Le aclaré rápidamente, tratando de no agotar nuestro tiempo—...por siempre.
—Guarda eso... para tu próximo amor. Y esta vez, no lo dejes ir, mi vida...
— ¡Brendon! —Su mirada empobrecía, pero seguía fija en mi. No teníamos mucho tiempo.
—Cain tenía razón... jodido vampiro sabiondo...
—Bren por favor... —Me incliné, listo para hincarle los colmillos en el cuello.
—No, él tenía razón… —Cubrió mi boca con una de sus manos— Tarde o temprano obedecí mis impulsos humanos y mira en lo que acabé... no estarás bien conmigo...
—Claro que si, como antes, pero ahora por...
-Bésame...
Me quedé paralizado, estupefacto, impotente mientras él se volvía tan frío como yo y su mirada se perdía completamente, volviéndose gris; sus fuerzas le abandonaron y dejó de hacer presión en mi mano que sostenía la suya. Mi vida se iba junto con la suya...
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