Clasificación: General (lease bajo su propio riesgo [N/A])
Género: Drama, Romance.
"Travel to the moon"
Capitulo 3/36
La terrible semana del velatorio de mi padre había pasado y no estaba del todo seguro como se encontraba mi humor. Lo único que sabía era que seguía fielmente absorto a cualquier emoción lejana al odio.
Había ignorado las preguntas sobre el beso con el vocalista y de paso a los chicos.
La mayoría del día me encontraba tirado en la cama, en el sillón, en la barra, en el suelo, en donde fuese, lo importante era estar acostado.
Nunca había sido precisamente de las personas que se dan por vencidas o que ven pasar sus días sin hacer nada productivo pero desde el fallecimiento de mi padre había días que todo me molestaba; cuando las personas me visitaban me quedaba tan poco sentido moral como para entablar una platica que les abandonaba en la sala y partía a dormir…
… Jamás pensé que todo aquello me provocaría el fallecimiento de mi padre pero lo cierto es que así era y dolía…
— ¡Ryan ve esta casa! ¡Es un verdadero nido de ratas! —se quejo mi madre que al parecer tras un mes había recordado tener un hijo mayor. ¡Como si ahora la necesitara!
— ¿Qué quieres? —pregunte fríamente pero ella estaba acostumbrada a ese tipo de trato
— ¡estas echo un lio desde el día en que murió tu padre!
Creo que empezaba a ver a donde quería llegar, comencé a huir a mi recamara pero me pilló en el camino.
—dime… ¿acaso eres gay o tu amigo ese?... ¿Son pareja?
Me hinque de hombros. Evitaba pensar en ello y recordarlo sentaba bien porque cambiaba el panorama…. me hacia sentir algo que no fuera “nada”.
— ¡George Ryan Ross contéstame!
—vete, ma, no te necesito
— ¿Cómo? ¡Estas echo un verdadero asco!
—si, bueno como sea nunca ha sido tu problema mi aspecto así que no finjas que ahora te interesa
Me quede en la manija y respire.
—por favor… solo vete
— ¡eres igual que tu padre!
Creo que la comparación movió algo en mi interior pero no estaba muy seguro.
—eso explica el abandono
—Ryan por favor…
— ¡largo! —grite, al fin
—no, me quedare a arreglar este cochinero
Me sorprendía que esa mujer siempre me hiciera exasperar y querer gritar mientras me arrancaba los mechones de mi cabello inapropiadamente cuidado.
Entre a la habitación, me puse unos tenis, una playera y me asegure de no salir a la calle sin pantalón.
—no necesito que hagas algo por mí, nunca lo haz echo y ahora no lo espero, deja mi porquería como esta… yo la arreglare
— ¡escúchame jovencito soy tu madre y poco me importa si tu padre…!
— ¡si! ¡También poco te importa el hijo que tuviste con él así que lárgate como lo hiciste antes! —atravesé la sala para llegar a la puerta principal— ¡anda! ¡Huye como la persona desagradable y egoísta que eres!
Sujete el picaporte de la puerta y al abrirlo sentí a mi madre a mis espaldas, tomándome fuertemente del brazo para girarme.
Me logro voltear puesto que yo no puse resistencia y me cacheteó varias veces como si tratara que su disimulado e inocente hijo de 3 años regresara pero creo que se había perdido en aquel mundo puesto que ahora tenía 16 años más que cuando ella nos abandono.
La rabia corría por mis venas, levante una mano y la empuje suavemente pero ella se negaba a soltarme… quizás le había tocado una fibra.
— ¡basta! —grite tomándole las manos con fuerza, probablemente haciéndole daño para que se sentara en el sillón—deberías de meterte en un manicomio, al fin de cuentas parece que mi padre no era el único que debía de estar internado en ese lugar además el ambiente te sentaría a la perfección… espera… puedo verlo—y si podía imaginármelo— ¡combina con tu asquerosa persona!
— ¡para! —grito impaciente agitándose con frenesí
Le solté para salir de ahí y escuche un grito de furia a mis espaldas, si, probablemente me había pasado de la raya pero según lo estipulado en aquel pacto silencioso ella también lo había violado.
Se levanto para volver a pegarme pero yo ya había cerrado la puerta y la escuche patear la dura madera.
La furia que se había desatado en mi interior era tan fuerte que no podía controlar mis temblorosas manos así que decidí caminar… posiblemente me vendría bien.
Andaba vagabundeando sin rumbo fijo, el frio estremecía mi piel y heladas gotas de lluvia empezaron a descender del carmesí cielo.
Me senté en una banca. Para ese instante no importaba si me mojaba o no. Seria una eventualidad más en solo un pajar de maldiciones.
Tras un gran lapso de tiempo de ver sin ver escuche la contracción de mi garganta definido como un chillido.
Me percate que el manto de la noche había caído y estaba completamente vulnerable, llorando una perdida que superficial e interiormente nunca había querido que llegara. Pese a todo… pese a cualquier cosa.
Subí las piernas a la madera y las abrace con mis brazos dejando que el llanto, el dolor y los recuerdos hicieran de las suyas para destrozarme. Pegue lo mas que pude mi pecho contra mis piernas y sumergí la cabeza entre mis rodillas.
No me percate del tiempo que llevaba en esa posición hasta que detecte la compañía de alguien que estaba sentado a mi lado acariciando con suave premura mi cabello, me dio un beso en la melena que por extraño que pareciese me… me… ¿me reconfortaba?
Unos minutos después su mano bajo a mi espalda lográndome dar un respingo junto con un estremecimiento que pude sentir en todos lados; la dejo ahí y con la otra mano desterró mi cabeza.
Había ignorado las preguntas sobre el beso con el vocalista y de paso a los chicos.
La mayoría del día me encontraba tirado en la cama, en el sillón, en la barra, en el suelo, en donde fuese, lo importante era estar acostado.
Nunca había sido precisamente de las personas que se dan por vencidas o que ven pasar sus días sin hacer nada productivo pero desde el fallecimiento de mi padre había días que todo me molestaba; cuando las personas me visitaban me quedaba tan poco sentido moral como para entablar una platica que les abandonaba en la sala y partía a dormir…
… Jamás pensé que todo aquello me provocaría el fallecimiento de mi padre pero lo cierto es que así era y dolía…
— ¡Ryan ve esta casa! ¡Es un verdadero nido de ratas! —se quejo mi madre que al parecer tras un mes había recordado tener un hijo mayor. ¡Como si ahora la necesitara!
— ¿Qué quieres? —pregunte fríamente pero ella estaba acostumbrada a ese tipo de trato
— ¡estas echo un lio desde el día en que murió tu padre!
Creo que empezaba a ver a donde quería llegar, comencé a huir a mi recamara pero me pilló en el camino.
—dime… ¿acaso eres gay o tu amigo ese?... ¿Son pareja?
Me hinque de hombros. Evitaba pensar en ello y recordarlo sentaba bien porque cambiaba el panorama…. me hacia sentir algo que no fuera “nada”.
— ¡George Ryan Ross contéstame!
—vete, ma, no te necesito
— ¿Cómo? ¡Estas echo un verdadero asco!
—si, bueno como sea nunca ha sido tu problema mi aspecto así que no finjas que ahora te interesa
Me quede en la manija y respire.
—por favor… solo vete
— ¡eres igual que tu padre!
Creo que la comparación movió algo en mi interior pero no estaba muy seguro.
—eso explica el abandono
—Ryan por favor…
— ¡largo! —grite, al fin
—no, me quedare a arreglar este cochinero
Me sorprendía que esa mujer siempre me hiciera exasperar y querer gritar mientras me arrancaba los mechones de mi cabello inapropiadamente cuidado.
Entre a la habitación, me puse unos tenis, una playera y me asegure de no salir a la calle sin pantalón.
—no necesito que hagas algo por mí, nunca lo haz echo y ahora no lo espero, deja mi porquería como esta… yo la arreglare
— ¡escúchame jovencito soy tu madre y poco me importa si tu padre…!
— ¡si! ¡También poco te importa el hijo que tuviste con él así que lárgate como lo hiciste antes! —atravesé la sala para llegar a la puerta principal— ¡anda! ¡Huye como la persona desagradable y egoísta que eres!
Sujete el picaporte de la puerta y al abrirlo sentí a mi madre a mis espaldas, tomándome fuertemente del brazo para girarme.
Me logro voltear puesto que yo no puse resistencia y me cacheteó varias veces como si tratara que su disimulado e inocente hijo de 3 años regresara pero creo que se había perdido en aquel mundo puesto que ahora tenía 16 años más que cuando ella nos abandono.
La rabia corría por mis venas, levante una mano y la empuje suavemente pero ella se negaba a soltarme… quizás le había tocado una fibra.
— ¡basta! —grite tomándole las manos con fuerza, probablemente haciéndole daño para que se sentara en el sillón—deberías de meterte en un manicomio, al fin de cuentas parece que mi padre no era el único que debía de estar internado en ese lugar además el ambiente te sentaría a la perfección… espera… puedo verlo—y si podía imaginármelo— ¡combina con tu asquerosa persona!
— ¡para! —grito impaciente agitándose con frenesí
Le solté para salir de ahí y escuche un grito de furia a mis espaldas, si, probablemente me había pasado de la raya pero según lo estipulado en aquel pacto silencioso ella también lo había violado.
Se levanto para volver a pegarme pero yo ya había cerrado la puerta y la escuche patear la dura madera.
La furia que se había desatado en mi interior era tan fuerte que no podía controlar mis temblorosas manos así que decidí caminar… posiblemente me vendría bien.
Andaba vagabundeando sin rumbo fijo, el frio estremecía mi piel y heladas gotas de lluvia empezaron a descender del carmesí cielo.
Me senté en una banca. Para ese instante no importaba si me mojaba o no. Seria una eventualidad más en solo un pajar de maldiciones.
Tras un gran lapso de tiempo de ver sin ver escuche la contracción de mi garganta definido como un chillido.
Me percate que el manto de la noche había caído y estaba completamente vulnerable, llorando una perdida que superficial e interiormente nunca había querido que llegara. Pese a todo… pese a cualquier cosa.
Subí las piernas a la madera y las abrace con mis brazos dejando que el llanto, el dolor y los recuerdos hicieran de las suyas para destrozarme. Pegue lo mas que pude mi pecho contra mis piernas y sumergí la cabeza entre mis rodillas.
No me percate del tiempo que llevaba en esa posición hasta que detecte la compañía de alguien que estaba sentado a mi lado acariciando con suave premura mi cabello, me dio un beso en la melena que por extraño que pareciese me… me… ¿me reconfortaba?
Unos minutos después su mano bajo a mi espalda lográndome dar un respingo junto con un estremecimiento que pude sentir en todos lados; la dejo ahí y con la otra mano desterró mi cabeza.
“Y aquí es cuando el príncipe rescata a la dulce damisela”
Estuve a punto de votarme a carcajadas y, de echo, al alzar la mirada esa era mi intención pero al mirar a mi acompañante y observar ese rostro preocupado no pude evitar ponerme a llorar desconsoladamente
—Tranquilo—murmuro y me rodeo con sus brazos. Mi cabeza se quedo hundida en su pecho, me separe de él al instante
—no quiero mojar tu playera con mis tontas lagrimas y no pienso molestarte
— ¡por Dios! ¡Esta lloviendo a cantaros! Además es mejor que llores a que sigas… así…—probablemente llevaba demasiado tiempo llorando que ni siquiera lo había notado, mire las gotas caer
—aun así yo debería de…
—Deja de hacerte el fuerte—pidió autoritariamente—ninguna persona normal aguanta no llorarle a su padre tras su fallecimiento
—No soy normal—replique
—vale que para mi resultas un poco fuera del rango pero hasta tu necesitas desahogarte… nadie espera verte fuerte todo el tiempo… nadie espera que aguantes todo ese dolor así que deja de hacerte el niño y dale… llora… desahógate que yo no diré nada
Asentí, no podía hablar sin chillar y rodee su cuerpo con mis brazos.
La lluvia seguía cayendo, las lágrimas seguían brotando, el frio no paraba de hacerme estremecer pero algo había cambiado…
Me sentía total e inevitablemente a gusto con la dulce y desinteresada compañía de Brendon.
Lo sujete con más fuerza y deje que mis penas se marcharan…
Llore mas de lo que en algún tiempo lo hubiera echo… eran las lagrimas reprimidas de años de abandono, de amargura, de infelicidad, de sueños rotos…
… era la madre de los sollozos…
—Tranquilo—murmuro y me rodeo con sus brazos. Mi cabeza se quedo hundida en su pecho, me separe de él al instante
—no quiero mojar tu playera con mis tontas lagrimas y no pienso molestarte
— ¡por Dios! ¡Esta lloviendo a cantaros! Además es mejor que llores a que sigas… así…—probablemente llevaba demasiado tiempo llorando que ni siquiera lo había notado, mire las gotas caer
—aun así yo debería de…
—Deja de hacerte el fuerte—pidió autoritariamente—ninguna persona normal aguanta no llorarle a su padre tras su fallecimiento
—No soy normal—replique
—vale que para mi resultas un poco fuera del rango pero hasta tu necesitas desahogarte… nadie espera verte fuerte todo el tiempo… nadie espera que aguantes todo ese dolor así que deja de hacerte el niño y dale… llora… desahógate que yo no diré nada
Asentí, no podía hablar sin chillar y rodee su cuerpo con mis brazos.
La lluvia seguía cayendo, las lágrimas seguían brotando, el frio no paraba de hacerme estremecer pero algo había cambiado…
Me sentía total e inevitablemente a gusto con la dulce y desinteresada compañía de Brendon.
Lo sujete con más fuerza y deje que mis penas se marcharan…
Llore mas de lo que en algún tiempo lo hubiera echo… eran las lagrimas reprimidas de años de abandono, de amargura, de infelicidad, de sueños rotos…
… era la madre de los sollozos…
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