Clasificación: General.
Género: Romantico.
Inspirado en la celebre escritora Daphne Du Maurier.
Winter Day.
Capitulo unico.
La experiencia no tiene valor ético alguno, es simplemente el nombre que damos a
nuestros errores. Oscar Wilde.
Abrió un poco los ojos, a tal grado que solo podía ver la luz tenue que se filtraba por la ventana. Su piel se estremeció al sentir el frio, el cual traspasaba la sábana y una gran bocanada de aire llenó de oxígeno sus pulmones. Había amanecido de nuevo. Giró su cuerpo hacia la derecha y lo miró, tan tranquilo y sereno. Su respiración era pausada y una sonrisa se dibujaba en sus labios. Brendon sonrió. Amaba tanto ver dormir a Ryan que pensó en quedarse así, a su lado hasta que despertara, pero en el frio cada vez se intensificaba más. Se levantó de la cama lentamente, procurando no despertar al castaño, caminó hasta la ventana y abrió la cortina suavemente. Afuera parecía un País de las Maravillas blanco y brillante; por fin la primera nevada del año había llegado. Sonrió con placer, tomó una bata de baño, se arropó con ella y caminó hasta la cocina para después salir al patio trasero. Sintió el frio en sus pies desnudos al tocar la nieve. Caminó hasta el calentador y lo encendió para después entrar corriendo a la casa. Sus dedos se habían puesto azulados, ¡que tontería había sido salir de la casa de esa manera! Con pasos callados y temblando de frio se dirigió hasta el baño. Abrió la llave de la regadera y dejó correr el agua mientras se deshacía de la bata que lo cubría y dejaba su cuerpo desnudo al descubierto. Se miró al espejo. Se hizo hacia atrás el cabello el cual, pensaba el, necesitaba un corte y comenzó a hacer muecas. Rió sonoramente para después reprimirse, pues Ryan aún dormía. Entro a la ducha y las tibias gotas de agua besaron su nívea piel. El agua caliente era una sensación maravillosa, por un momento se le había olvidado que afuera estaban a 5º centígrados. Estuvo dentro por casi 20 minutos y salió muerto de frio. Caminó lenta y pausadamente a la habitación donde Ryan aún dormía en la misma posición. Abrió el closet procurando no hacer mucho ruido y saco en pantalón entubado color negro, una playera de manga larga blanca, un suéter tejido azul y una gran chamarra color negro. Se vistió y caminó de nuevo a la cocina tarareando "Yellow Submarine" de The Beatles, tomó una caja de cereal de la alacena y abrió el refrigerador. Dentro sólo había un par de botellas de cerveza, algunas bebidas energizantes y un bote de helado de chocolate. Un "Maldición" salió de sus labios y cerró el refrigerador con fuerza. Volteó hacia todos lados sin saber que hacer y corrió un poco molesto de nuevo a la habitación. Tomó su billetera, un par de guantes y unos lentes, se acercó a Ryan, el cual ahora dormía en posición fetal, acurrucado por el frio. Tomó una cobija y lo tapó delicadamente. De nuevo se resistió las ganas de besarlo y salió de la casa.
E Viento gélido le dio de lleno en el rostro. Miró el auto pero no le apeteció subir en el, tenía ganas de caminar, de pensar. Se frotó las manos y se puso las gafas y el gorro, lo que menos quería era alguna fan o paparazzi con quien hablar. Iba con pasos febriles y el rostro agachado, quería llegar pronto a la tienda y volver a casa lo más antes posible. Ni siquiera le ponía atención a su entorno. Cruzó una transitada calle, un pequeño parque y llego a la tienda donde compró un litro de leche descremada y una caja de cigarrillos. Pagó a la malhumorada cajera y salió del pequeño establecimiento. Volteó hacia ambos lados de la calle como buscando algo o a alguien y sus ojos se posaron en aquella solitaria y pequeña banca. La miró embelecido por unos momentos y se aproximó a ella para sentarse. Miró el cartón de leche. No había de que preocuparse, con este frio era imposible que se echara a perder. Recargó su cabeza un momento y cerró los ojos. De nuevo era de noche. Los copos caían como suaves plumas sobre sus cabezas, fríos y hermosos. Era la primera nevada del invierno.
— ¿Ryan? —dijo Brendon con voz temblorosa y sin mirarlo. Las palabras que acababa de pronunciar hacia unos minutos habían dejado al castaño mudo. Quien diría que aquellas benditas dos palabras, provocarían ese sentimiento en el. Algo tan grande y maravilloso, algo que no podía describir; algo que había estado guardado y que quería gritar al mundo entero.
Ryan lo miró con dulzura y apretó su mano cubierta con un guante. Brendon sonrió.
—Yo... —dijo el castaño e hizo una pausa la cual le pareció desesperante— Yo, también Te Amo Brendon, demasiado...
El pelinegro lo miró con una mezcla de nervios y felicidad. Abrió y cerró la boca varias veces sin saber que decir. Era como si el mundo, no más bien el tiempo, se hubiera detenido y solo existieran ellos dos. Tomó a Ryan dulcemente por la mejilla, lentamente se fue acercando a sus labios y delicadamente lo besó en la comisura de los labios, mientras ese besó que parecia infinito, se fue intensificando cada vez más. Era el momento perfecto.
Abrió los ojos de nuevo. La poca luz que había alumbró su rostro. Sonrió, ¿Como poder evitar aquel momento?
Se quedo un rato más pensando, el gorro ya se había caído de su cabeza y las gafas comenzaban a molestarle. Estaba dispuesto a levantarse para irse, pero un par de gritos lo hicieron detenerse un momento. A unos pocos metros de el, una pareja aun más joven que el y Ryan discutían fuertemente. Sabían que no era el lugar ni mucho menos el momento preciso, pero como el lugar estaba totalmente desierto, aún no se habían percatado de la presencia de Brendon ahí.
— ¡Sabes que no puedo hacerlo, ni lo uno ni lo otro, Sally! —dijo el muchacho desesperado. Intentaba acercarse en vano a la chica la cual se alejaba de él dando pasos hacia atrás.
—Ya no puedo soportarlo más Justin, ya no puedo, ¿No ves que estamos ambos en peligro?
— ¡No me importa! —dijo el muchacho agitado — ¿Acaso no te has dado cuenta de lo que siento por ti?
—¡Claro que sí! —y la chica comenzó a llorar — pero no es mi culpa, mis padres me presionan demasiado, ¿si?
El muchacho la miró con una mirada triste y seria. Se acerco a ella y la abrazó fuertemente.
—Te prometo que saldremos adelante con todo esto, ya lo veraz, todo se puede arreglar Sally, y lo nuestro no es imposible.
La chica lo rodeó con sus brazos y continúo llorando en silencio.
—Lo sé, todo saldrá bien... —dijo con la voz cortada.
Brendon no podía evitar mirarlos. Era un momento incierto, como si ellos no estuvieran ahí, pero a la vez tenían que estar ahí. Su mirada oculta bajo las oscuras gafas se cruzó con la del chico; sintió como sus mejillas tomaron color y rápidamente bajo si cabeza. Sentía bastante vergüenza el haber sido descubierto, en alguna forma, husmeando. El chico besó suavemente la cabeza de su pareja y se alejó de aquel solitario parque.
Brendon no pudo evitar pensar en que les depararía el futuro. No sabía sus problemas y en el fondo deseaba que les fuera bien. Recargó de nuevo la cabeza sobre el duro metal de la banca y miró el cielo nublado. Cerró los ojos de nuevo y dejó que su mente le teletransportara a aquel frio día de enero. Se encontraba en la sala de su casa. Ryan no lo miraba, si no al suelo. El yacía enfrente de Ryan si saber que decir o hacer. Sentía una horrorosa sensación de tristeza y rabia.
—No puedo creer lo que dices... —dijo al fin, luego de varios segundos de silencio.
—Entiende que esto es más duro para mi Brendon, pero aun no estoy listo para todo esto.... —dijo Ryan aun mirando al suelo.
—Lo que pasa es que tienes miedo —dijo Brendon lleno de rabia— eres todo un ególatra egoísta que solo le importa el que dirán, oh por favor Ross, ¡no me vengas con cuentos ahora! ¿Acaso te importa más lo que la gente dirá que lo que tú y yo estamos viviendo ahora?
— ¡Por supuesto que no! —gritó Ryan ofendido — ¡Agh! Sabía que reaccionarias de esta manera, joder, sabía que no entenderías nada. Date cuenta, Brendon, no somos dos personas normales, nos siguen paparazzis, estamos por todo internet, ¡Somos dos figuras públicas!
—¿Se trata de eso? ¿Fama? ¿A que le temes, Ryan? ¿A que todos se den cuenta de que... —hizo una pausa- de que estás conmigo? ¿Alguien precisamente de tu mismo sexo?
Ryan lo miró con cierta desconcertación. En cierta forma era verdad lo que decía. Tenía tanto miedo de lo que las demás personas pensarían, de lo que su familia pensaría. Es cierto que el Ryden ya era un tema común en los conciertos, pero esto era totalmente diferente. Eran sentimientos reales, y no estaban sobre un escenario. Sintió un malestar, algo subiendo por su garganta, quemándolo como a ácido cáustico.
—Perdón... —dijo con un hilo de voz.
—¿Perdón? ¿Es todo lo que vas a decir? —Gritó Brendon con rabia— no lo puedo creer, ¡no puedo creer que solo pienses en ti! Yo también deje muchas cosas para estar contigo, y sabes que, la opinión pública me vale un carajo. ¡Jodete, Ryan!
Salió precipitadamente de la casa. Lo que menos quería era ver la cara de Ryan, el cual se quedo aún quieto aclarando sus ideas. Sentía que el mundo se le había venido abajo. Y corrió, corrió hacia aquel lugar donde había besado a Ryan por primera vez, a donde irónicamente se encontraba en ese momento....
Se sentó a la sombra de un frondoso árbol y hundió su cabeza en sus rodillas para después comenzar a llorar. No quería perder a Ryan, lo amaba demasiado, pero no podía obligarlo a hacer algo que no le gustaba. Odiaba ser tan débil, odiaba que Ryan fuera de esa manera, odiaba que aún no se hubiera dado cuenta de todo lo que el dejo para estar con él, solo con él.
Las lágrimas frías y saladas seguían deslizándose por sus rosadas mejillas. Quería gritar, correr, golpear a alguien. Sentía una desesperación infinita, sabía perfectamente que no podía hacer nada. Y así pasaron 30 largos y agotadores minutos. Seguía con esa ridícula posición debajo del árbol aún llorando su "perdida", cuando alguien lo rodeo fuertemente con los brazos. Ni siquiera se tomó la molestia para ver quien había sido, no quería mirar ni hablar con absolutamente nadie.
—Te Amo tanto... ¿Lo sabías? —dijo la quebrada voz de Ryan.
Brendon lazó la mirada y vio a Ryan con sus ojos hinchados. ¿Había oído bien? ¿o solo era lo que su imaginación quería?
—¿Que dijiste? -preguntó frotándose los ojos.
—Que Te Amo. Si, Brendon, por favor escúchame. Te amo demasiado como para terminar esto y tienes razón soy... ¡Agh! ¡Un cobarde!
—Después de lo que ocurrió no se si pueda creerte... —Dijo el pelinegro y se levanto tambaleándose, para después caer al piso pues tenía las piernas dormidas. Parecía un borracho. Ryan corrió hacia él, lo tomó del brazo y lo levantó, rodeando con el otro brazo del pelinegro su nuca.
—Ya sé que lo que te dije fue una tontería, ¡pero por dios entiéndeme! es la primera vez para mí y estaba confundido...
—También es la primera vez para mí y tengo las cosas bastante claras Ross, no fuiste el único que tuvo que pasar por mucho con esto, y no eres el único en esto.
Ryan lo miró fijamente a los ojos y comenzó a llorar. Brendon sacudió la cabeza un poco y quito su brazo de la nuca de Ryan, para abrazar fuertemente al castaño.
— ¿Por qué lloras? —preguntó Brendon acariciando la cabeza del castaño.
—Por qué tienes razón, solo estuve pensado en mí, me sentía solo, cuando en realidad no lo estaba... ¿Crees que soy un tonto?
Brendon rió y beso la cabeza de Ryan— Y uno muy grande, pero eres mi tonto, confórmate con saber eso.
Ryan sonrió ampliamente y besó a Brendon con fuerza.
—Te amo, Urie, perdóname por mi actitud...
—Está bien cabeza de chorlito, desde ahora todo saldrá bien, te lo prometo —y volvió a besarlo en la comisura de los labios.
Abrió los ojos abruptamente pues algo había caído a su nariz. Enderezó su cuerpo y vio como los pequeños y delicados copos caían del nublado cielo. Sonrió. Le encantaba ver nevar y ese día era el más perfecto. Alejó de su mente aquello que lo lastimaba, tomó el cartón de leche y se levantó para alejarse de aquella banca de metal, que de nuevo se quedaba solitaria.
Iba con pasos más tranquilos. Tomó la caja de cigarrillos, sacó uno y lo encendió. Se detuvo frente a una calle la cual no podía cruzar y una chica se le quedo mirando curiosa. Había olvidado que no traía puesto el gorro de su chamarra y rápidamente se lo puso encima. Desvió su mirada hacia el semáforo el cual cambó a rojo y cruzó rápidamente la calle. Dio dos sorbos más a su cigarro y lo tiró a la nieve. Caminó unas seis casas más y vio una pareja de chicas las cuales se regocijaban de estar juntas. Formó una sonrisa con la comisura de sus labios y siguió caminando.
Abrió la puerta sigilosamente. El silencio aún reinaba en la casa. Ryan aún dormía. Dejo la leche en la cocina y caminó hasta la habitación. Se acostó a la derecha del castaño y besó su frente cálidamente.
—Buenos días. —susurró Brendon al ver que Ryan se había movido un poco.
—Hey, hola —susurró Ryan abriendo un poco los ojos—Estas helado. ¿Adónde fuiste?
—Ah, solo a hacer unas compras, no te preocupes —dijo Brendon con una sonrisa.
—Eso que ahí en tu cabeza es...
Pero no termino de hablar, puesto que Brendon le había plantado un beso en los labios. Ryan se dejó llevar por el momento y comenzó a besarlo con dulzura.
—Feliz aniversario, amor —susurró el pelinegro separándose un poco de los labios del castaño. Ryan esbozó una enorme sonrisa.
—Con que hoy es la primera nevada. Bueno, Igualmente para ti mí, BrennyBear —tomó el rostro del pelinegro y comenzó a besarlo cada vez más apasionadamente, hasta quedar encima de él.
—Te Amo tanto, ¿Lo sabías? -dijo Brendon mirándolo fijamente a los ojos, incapaz de mover los brazos aprisionados por las manos de Ryan.
—Y yo a ti —dijo acercándose lentamente al cuello de Brendon el cual comenzó a morder con delicadeza. Brendon se estremeció y rió. Le fascinaba que la manera en la que Ryan lograba excitarlo a un punto maravilloso.
—Así que, ¿Este será mi regalo de aniversario? -dijo el pelinegro con una enorme sonrisa.
—Disfrútalo —dijo Ryan con una mirada picara y comenzó a desvestirlo lentamente. Siguió besando su cuello, luego pecho y estómago hasta llegar a la entrepierna. Brendon cerró los ojos y se dejo llevar por el placer que le provocaba la boca de Ryan en ese momento. Luego de unos minutos, tomo a Ryan de la cintura y comenzó a penetrarlo, haciendo movimientos de arriba a abajo. Sus gemidos no tardaron en aparecer, rompiendo el silencio de la habitación, en la cual, el frio no podía sentirse. Luego de unas horas, terminaron empapados de sudor y exhaustos. Ryan se acurrucó en el pecho de Brendon y delicadamente besó sus labios.
—Sin duda, el mejor regalo de aniversario del mundo —dijo el pelinegro besando la cabeza del castaño.
Ryan sonrió y cerró los ojos para después quedarse dormido en su lugar favorito: el tibio cuerpo de Brendon.
Afuera la nieve caía cuan suaves plumas, inundando las calles con su masa blanca y brillante. Las personas prendían las chimeneas para tener calor y los niños jugaban alegremente con la nieve, pues no había escuela, mientras dentro, algunas personas se regocijaban una de la otra, suspirando, anhelando o simplemente amando. Eran los indicios de que sin duda, era La Primera Nevada del año.