Time to remember.
Capitulo unico.
Venía ya cansado de un agotador día, cosa que se extrañó ¿Qué hizo para terminar así hoy? Sí lo único que hacía realmente era pensar él ‘Porque’ se tomó un tiempo con la banda. Le agotó las llamadas interminables que hacía cada miembro de la disquera por la reacción que tuvo al respecto, todos pensaban que era por su mal humor que siempre tenía, pero nadie sabía la verdadera razón de porque se comportó así.
Con rabia sacó bruscamente la llave de su bolsillo y abrió la puerta de su departamento, con mirada hacía el suelo; agarró sus bolsos y maletas para entrarlas, sacó la llave de la cerradura y cerró la puerta con un sonoro golpe, las tiró lejos de su vista y se extrañó al no escuchar el golpe, que ésta daría si cayera en cualquier lugar. El castaño frunció el ceño mirando sigilosamente lo que podría estar detrás del sofá.
Palideció en ese momento.
Una señora de aparentemente mayor, pero con aspecto joven lo miraba con una sonrisa, su cabello castaño largo y unos ojos color marrón llamaron su atención…
Idénticos a los de él.
— ¡¿Qué haces tú aquí?!
— Es obvio que no me recordarías, cariño —sonrió tristemente, para pararse de su sitio y darse la vuelta para verse cara a cara con el castaño, éste dio un paso hacía atrás por precaución. — No podría hacerte daño, Ryan —Él corazón del aludido empezó a bombear rápidamente, ésa voz que demostraba tanto cariño, extrañamente le resultaba familiar.
— Todavía no has respondido a lo que te pregunté —pronunció con voz fría.
— Soy Marlene –El corazón de Ryan paró en ese instante. —Soy tú madre, Ryan.
— ¿Cómo que será la última vez que nos veremos? —preguntó con miedo el castaño.
— Lo siento hijo, pero encontré a alguien que…bueno…me quiere.
— ¡Yo también te quiero! —la cortó con lágrimas en sus ojos, Marlene se agachó a su altura y con sus manos quitó los residuos de agua que emanaba desde los ojos de su hijo, pero Ryan se alejó bruscamente de ella. — ¡Suéltame! —le gritó apartándole las manos cerca de él y su madre sin pensarlo le dio una bofetada.
El castaño no comprendía…Su madre que tantas veces lo había defendido cuando llegaba los fin de semanas a visitarlo por el divorcio, la que tantas veces hizo retractar a George de que no lo golpeara…ahora ella misma hizo lo mismo.
—Yo…Ryan...
—Aléjate —le cortó sin ningún sentimiento en su voz, sonaba fría; como se refería a su padre.
— Cariño, yo… —Ryan se paró y caminó dándole la espalda.
— Desde ahora…no tengo Madre.
Y como dijo ella, fue la última vez que se vieron.
— ¡Ryan! —lo zamarreó para que volviera a la realidad, lo que no parecía hacer el de ojos marrones. Y cuando reaccionó, se separó bruscamente de ella, retrocediendo hasta que su espalda sintió la fría pared. —Hijo…
— Vete…—murmuró con voz áspera, como si estuviera a apunto de llorar.
—Ry…
— ¡No sé quien eres! ¡Vete de aquí, vieja loca! —la tomó del brazo con brusquedad y abrió la puerta, dejándola afuera. Marlene quería reclamar, pero se lo impidió un portazo que por nada le plantaron en su cara; por su propio hijo.
¿Y es que en verdad Ryan se tomó en serio su ‘Desde ahora…no tengo Madre.’ Tal vez… Realmente la borró de su vida.
Después de sacar a Marlene de su vista, se permitió llorar; corrió hacía su habitación, tirando todo a su paso. Tiró libros, desarmó su cama, rompió sus discos y se detuvo cuando quedaba lo último.
Una foto de su difunto Padre.
Miró con detenimiento aquel pedazo de papel, su papá salía con uniforme de la marina, sollozó desgarradoramente sin saber porque…Él nunca fue cercano a su padre, no lloró en su funeral y ahora ¿Por qué lo haría? Tiró la fotografía lejos y ésta impactó con la muralla.
Ahora necesitaba más que a nada a Brendon, pero ¿Quería responderle después de todo lo que le dijo hoy? Ignoró eso, y tomó su celular para marcar a Brendon. Intentó innumerables veces y como se lo esperó, él nunca contestó.
Aunque no sabía que hacía unos segundos un Brendon estaba en el estacionamiento de afuera debatiéndose si entrar o no.
Brendon se quedó afuera mientras escuchaba el sonido de su celular unas veinte veces y una sonrisa de melancolía emanaba cuando sentía el principio de Michelle una canción sin duda elegida por Ryan.
Cuando pasaron unas cuatro horas, decidió entrar a la casa del castaño, se bajó del auto y emprendió camino hacía la puerta de la casa de Ryan, buscó las laves que siempre el chico dejaba escondida bajo el macetero derecho donde estaba una enredadera, que el mismo se atrevió a regalarle.
Cuando entró a la casa, se quedó en piedra al observar el panorama; Todo estaba roto, el sillón dado vuelta y todo deshecho, rápidamente esquivó todo para correr a la habitación del guitarrista y no se extrañó al ver el cuarto en peor estado, con latas y botellas de cervezas regado. Miraba de lado a lado, pero no había rastro de Ryan.
Hasta que sintió sus sollozos.
Corrió hacía al baño de donde provenían estos, y al abrir la puerta bruscamente pudo ver el cuerpo de Ryan, en posición fetal en el frío cerámico y llorando desgarradoramente; como un niño.
— ¡Ryan! —gritó preocupado Brendon, el castaño levantó la mirada hacía el de cabellos color azabache.
—Bren…—susurró a apenas. El chico lo abrazó con fuerza, jamás lo había visto tan indefenso, siempre le demostraba que era un chico fuerte, que luchaba por hacer valer su opinión, pero nunca lo había visto llorar, ni cuando falleció su padre.
— ¿Qué te sucedió, Ry? —lo apretó más a él y comenzó a hacerle masajes en su cabello tan suave que le encantaba. —Apestas a alcohol…—acusó.
— Ella…no…no quiero recordar…—dijo entrecortadamente y el pelinegro no comprendió.
— ¿Recordar? ¿A quien? —inquirió confundido, Ryan suspiró…No quería, esa mujer había desaparecido para él y él no tenía, ni tendrá una madre.
— Nadie…—Brendon lo observó y los ojos de Ryan comenzaron a lagrimear. — Brenny…—dijo con voz gangosa.
— ¿Si, Ry? —le sonrió de medio labio, tratando de animar al castaño., con la voz más dulce que podría haber pronunciado.
— Te amo…—admitió nostálgico.
— Oh, Ryan…yo…
— ¿No me amas? —preguntó con miedo en sus ojos. Brendon lo interrumpió con un corto beso en los labios, que dejaron casi sin respiración a Ryan.
— ¿Me dirás quien era? –acarició su mejilla y quitándole el rastro de sus antiguas lágrimas.
El mayor hizo una película mental de los recuerdos recientes y antiguos de su madre y no dudó en responder:
— Nadie que yo conozca y valga para mí ahora. —sonrió lo que más pudo y el pelinegro lo abrazó, sin darse cuenta de la gran mentira que le había hecho. — ¿Y…entonces…me amas?
— Te amo…
Más de lo debido…
Marlene observaba la escena desde la ventana, más escondida de la casa de Ryan, sabiendo que su hijo al fin estaría en buenas manos.
— Lo que tú no hiciste George, ese chico lo hizo.